She comes in colors.

EPILOGO

Trato de encontrar un mundo. Miro todos los caminos antes de escoger el malo, pero no hay ninguna indicación y nadie quiere tenderme la mano, o más bien, no quiero coger ninguna. Una angustia me oprime el corazón. Aquí la soledad es menos hermosa, pues es falsa a pesar de tener la apariencia de ser auténtica. Es más dolorosa.
¿Qué es vivir? No lo sé. Me refiero a que no sé si esta vez he dado con el camino adecuado. No consigo olvidar y sé que durante mucho tiempo me despertaré angustiada al oír el ruido de la llave en la cerradura.
He vagado por las calles, sin cesar y sin objetivo. He caminado días enteros sobre sus pavimentos de indiferencia sin saber qué buscaba. Me he perdido en este inmenso laberinto sin siquiera pensar en encontrar de nuevo mi camino, pues no tengo ninguno y jamás lo encontraré. Lo he enterrado todo, recubriéndolo con un velo de tristeza opaca que me oculta una parte del mundo.
Vagabundeo por una nueva prisión en la que parece que las personas hablan a las paredes, todo me molesta por su indiferencia, no acabo de encontrar la razón última de las cosas. Nada tiene sentido. Inutilidad profunda y acusadora. Me disuelvo en la soledad y en la tristeza. Ociosidad, he perdido la despreocupación, la luz me molesta y aborrezco el sol. ¿Por dónde he pasado? No dejo de buscarme y de oír una empalagosa frase de una famosa película: "Hay que ser paciente; puede costar años, una vida..." Pero, cuidado, señores "psi", ustedes que leerán este testimonio de una vida dolorida esbozando una maliciosa sonrisa, tengan en cuenta que les acecha esta mendiga a la que tanto temen hasta el punto de que han necesitado crear instituciones para destruirla, para encerrarla...ya saben que es muy contagiosa...me refiero a la locura.

She comes in colors.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

(...)